domingo, 17 de enero de 2016

Inicio la escucha del ciclo: War and Peace: Music of the 1930s and 40s and World War II


"Series of four concerts highlight works by composers representative of the 20th century, through a concert series entitled "War and Peace: Music of the 1930s and 40s and World War II" in memory of the 70th anniversary of the end of World War II. This cycle is conducted by one of the most sought-after conductors of our times, Vladimir Jurowski, at the head of the State Academic Symphony Orchestra of Russia "Evgeny Svetlanov," one of the best orchestras in the world."

Location : Tchaikovsky Concert Hall (Moscow, Russia).
Interesante de este concierto que el director de orquesta ofrece unas interesantes explicaciones previas a la música.

Sinfonía nº 1 Witold Lutoslawski 


La comenzó a componer cuando los nazis ocupaban Polonia. Con esta ambiciosa obra, el compositor quería ayudar a la esperanza de no desaparecer. Cuando se completó en 1947, su sinfonía fue la primera gran obra que prohibió el gobierno comunista polaco.

La Sinfonía nº 1, obra que, como diría el autor años más tarde, "fue algo así como la expresión de la atmósfera musical en la que nací y me desarrollé". En 1941 comienza Lutoslawski la composición de la que sería su primera sinfonía. Son años en que descubre al compositor francés Albert Roussel que le reafirma en algunas de sus ideas: utilizar la riqueza del lenguaje musical del siglo XX, sobre todo el francés, dentro de formas más cerradas que las de los impresionistas. Con este pensamiento surge el primer movimiento en forma de sonata, que terminará en 1944 coincidiendo con la sublevación de Varsovia, y el segundo; otros dos movimientos completan la obra que es terminada en 1947, un año después de que Lutoslawski se casara con la arquitecto María Danuta Boguslawska. La sinfonía, en la que ya existe una voz personal a pesar de las influencias reconocidas por el autor -Stravinski, Prokofiev, Debussy, Roussel (la de Bartók vendrá más tarde)- es estrenada en Katowice en 1948 otra vez por la Orquesta Sinfónica de la Radio Polaca dirigida por Grzegorz Fitelberg, director que sentía un entusiasmo inusual por la música del compositor polaco y lo proclamaba ya como un futuro grande de la composición. Sin embargo no todo fueron parabienes en torno a esta obra. En una interpretación en Varsovia en el otoño de 1949 con motivo del concierto de la gala de apertura del Concurso Chopin de piano, varios miembros rusos del jurado mostraron su desaprobación con la obra levantándose y saliendo ostensiblemente de la sala. Según cuenta Charles B. Rae en su libro sobre Lutoslawski, el vice-ministro de cultura, Sokorski, después del concierto parece ser que dijo: "un compositor como Lutoslawski debería arrojarse bajo un tranvía". Así, la sinfonía fue proscrita y no fue interpretada nuevamente en Polonia hasta diez años después. http://www.tomasgarrido.es/Witold_Lutoslawski__un_compositor_del_siglo_XX.html




Richard Strauss Metamorphosen. 

Metamorphosen (en castellano Metamorfosis) es una composición para veintitrés instrumentos solistas de cuerda (diez violines, cinco violas, cinco violonchelos y tres contrabajos) del compositor alemán Richard Strauss (1864-1949).
Redescubierto en 1991, compuesta en 1945, se refiere a su propio encarcelamiento en el Stalag VIII-A en Görlitz (1940/41), además de ser un hermoso tributo a los prisioneros de los campos.
Poulenc. Figura Humana.
Fuente:http://www.musicsalesclassical.com/composer/work/32490
Figura humana 



Esta obra refleja toda la desesperación del compositor frente a las ruinas de su país natal, Alemania, justo después de la guerra, en particular, Munich y su Opera que fueron destruidos. También es una despedida a una cultura musical más clásica, una transición que aparece a través del tema de la metamorfosis.

https://es.wikipedia.org/wiki/Metamorphosen


La obra fue escrita hacia el final de la Segunda Guerra Mundial. Surgió ante la profunda impresión que recibió Strauss al saber que el Teatro Nacional de Múnich, su ciudad natal, había sido destruido durante un bombardeo. Strauss exclamó: «¡El mundo es muy cruel. Me han aniquilado!».

La obra se estrenó en enero de 1946, tocada por la orquesta del Collegium Musicum de Zúrich, dirigida por Paul Sacher. Richard Strauss asistió a este concierto.

La composición utiliza como motivo principal un pasaje característico de la Marcha fúnebre de la Sinfonía Heroica de Beethoven. Al final de Metamorphosen, en el compás 502, el compositor cita textualmente el tema prinicpal de la Marcha fúnebre en las cuerdas bajas y puede leerse la acotación «In Memoriam!».

Olivier Messiaen Canción de los deportados.


Olivier Messiaen is one of France's most important composers of the twentieth century. One of his best-known works is the Quatuor pour la fin du temps, which he composed while being held in a prisoner of war camp in 1940-1941. What is less well-known is that, back in Paris at the end of the war, he was commissioned by Radio France to compose a work celebrating the liberation of all prisoners. The resulting piece, Chants des Déportés, was performed later in 1945 by the Orchestre National, was broadcast, and then was forgotten. The score was apparently filed in the Music Library at Radio France, never to be seen again until a researcher dug it out in 1991. Messiaen, who had presumed the score lost, was apparently delighted to see it again.
The text is by the composer himself, and combines images of liberation with a religious hope for redemption. The music is in the form of an anthem -- the voices sing in rhythmic unison throughout, and there are no orchestral interludes -- but Messiaen's stylistic imprints are all over the piece. The melody itself, while quite straightforward, is derived from modes and intervals that are very characteristic of this composer, partially derived from Debussy and Messiaen's professor Paul Dukas, but nothing more traditional than that. The orchestra doubles the choir parts, but also adds a couple of other layers of sound. There is a counterpoint of moving chords that serve to color the overall sonority and provide a subtle, rhythmic propulsion. In the background, there is a wash of metallic sound provided by tam-tams and suspended cymbals being struck according to an independent rhythmic pattern. One hears in this brief, occasional piece elements of Messiaen's choral and orchestral style that he had developed in his Petites Liturgies (3), from 1944, and would carry on in his Turangalîla-symphonie, from 1946-1948.

Description by James Harley: http://www.allmusic.com/composition/chant-des-d%C3%A9port%C3%A9s-for-chorus-orchestra-i-60-mc0002451283




Prokofiev, Ballad of a boy who remained unknown, Op. 93


Prokofiev compuso esta obra entre 1942 y 1943, cuando fue exiliado al Cáucaso con otros artistas e intelectuales.
One of several wartime patriotic works by the composer, this cantata uses a poem by Pavel Antokolsky (1896–1973) which Prokofiev saw in the periodical Literature and Art while living in Tblisi, though he finished writing his work in Alma-Ata. It tells of a boy whose mother and sister are killed by the Nazis and who exacts revenge by blowing up a carload of German officers. Although his identity remains a mystery, his actions are an inspiration to others. It is one of several of Prokofiev’s works that feature or were intended for children, and this may have strengthened his bond with Eisenstein in whose films cruelty to children is a constant theme. Prokofiev’s wartime works had mixed fortunes and the cantata was not one of his successes; its premiere on 21 February 1944 was the only performance during his lifetime. It was criticised both in private and in public: Myaskovsky felt it lacked melody, while for Shostakovich it was too episodic (ironically its Nazi
march is as repetitive as that in Shostakovich’s Seventh Symphony). But these were the inevitable
results of Prokofiev’s approach; the vocal line is more declamatory than melodic and he chose to illustrate the words quite closely, an approach that is comparable to film work. But following Antokolsky’s fast-moving text made it difficult to build a larger structure, and rather it is a series of colourful scenes. After its single outing Prokofiev noted: ‘The Boy, I’m sorry to say, has been trampled to death.’ © 2003 John Riley


Poulenc recibió una copia de Liberté de Eluard en 1942, después de que fuera de mano en mano a través de una cadena de amigos, y decidió codificarla en el final de su cantata Figure Humaine (Figura humana). Poulenc se refirió a esto como “un trabajo secreto... clandestinamente preparado para la resistencia”. Debido a su naturaleza abiertamente política, la obra no se estrenó hasta enero de 1945 en Londres. Poulenc fue trasladado en un avión militar especial para asistir a los ensayos finales. Se dice que tocaba la obra para sí en su piano cada día antes de la liberación y, cuando París finalmente fue liberada, colocó el manuscrito en la ventana de su departamento como símbolo de su resistencia.


Schoenberg. Oda a Napoleón Bonaparte.


How I came to Compose the Ode to Napoleon [Opus 41], 1942

The League of Composers had asked me (1942) to write a piece of chamber music for their concert season. It should employ only a limited number of instruments. I had at once the idea that this piece must not ignore the agitation aroused in mankind against the crimes that provoked this war. I remembered Mozart's Marriage of Figaro, supporting repeal of the jus prime noctis, Schiller's Wilhelm Tell, Goethe's Egmont, Beethoven's Eroica and Wellington's Victory, and I knew it was the moral duty of intelligentsia to take a stand against tyranny.

But this was only my secondary motive. I had long speculated about the more profound meaning of the Nazi philosophy. There was one element that puzzled me extremely: the resemblence of the valueless individual being's life in respect to the totality of the community or its representative: the Queen or the Führer. I could not see why a whole generation of bees or of Germans should live only in order to produce another generation of the same sort, which on their part should also fulfill the same task: to keep the race alive. I even surmised that bees (or ants) instinctively believe their destiny was to be successors of mankind, when this had destroyed itself in the same manner in which our predecessors, the Giants, Magicians, Lindworms [Dragons], Dinosaurs and others had destroyed themselves and their world, so that first men knew only a few isolated specimens. Their and the ants' capacity of forming states and living according to laws -- senseless and primitive, as they might look to us -- this capacity, unique among animals, had an attractive similarity to our own life; and in our imagination we could muse a story, seeing them growing to dominating power, size and shape and creating a world of their own resembling very little the original beehive.

Without such a goal the life of the bees, with the killing of the drones and the thousands of offspring of the Queen seemed futile. Similarly all the sacrifices of the German Herrenvolk [Master Race] would not make sense, without a goal of world domination -- in which the single individual could vest much interest.

Before I started to write this text, I consulted Maeterlinck's Life of the Bees. I hoped to find there motives supporting my attitude. But the contrary happened: Maeterlinck's poetic philosophy gilds everything which was not gold itself. And so wonderful are his explanations that one might decline refuting them, even if one knew they were mere poetry. I had to abandon this plan. I had to find another subject fitting my purpose.

--Arnold Schoenberg

Textos:

De todas las primaveras del mundo De todas las primaveras del mundo Ésta es la más fea Entre todas mis maneras de ser La confiada es la mejor La hierba levanta la nieve Como la piedra de una tumba Yo duermo en la tempestad Y me despierto con ojos claros El lento el pequeño tiempo concluye En que cualquier calle ha de pasar Por mis más íntimos retiros Para que yo conozca a alguien No escucho hablar a los monstruos Los conozco lo han dicho todo Ya no veo más que los rostros bellos Los rostros buenos seguros de sí mismos Seguros que abatir muy pronto a sus amos. Cantando se arrojan las criadas Cantando se arrojan las criadas Para enfriar el sitio en el que mataban Chiquillas en el polvo pronto arrodilladas Las manos en los tragaluces del frescor Son azules como una experiencia Una gran mañana alegre Asumid en sus manos los muertos Asumid en sus ojos líquidos Es la vestimenta de los efímeros La última vestimenta de la vida Las piedras descienden desaparecen En el agua inmensa esencial La última vestimenta de las horas Apenas un recuerdo emocionado En los pozos secos de la virtud En las largas ausencias gran estorbo Y nos abandonamos a la suavísima carne A los prestigios de la debilidad. Tan bajo como el silencio Tan bajo como el silencio De un muerto plantado en la tierra Tan sólo tinieblas en la cabeza Tan monótono y sordo Como el otoño en la charca Cubierta de vergüenza mate El veneno viudo de su flor Y de sus animalejos dorados Esconde su nombre encima de los hombres. Tú, mi paciente Tú, mi paciente mi paciente mi pariente Garganta arriba suspensa órgano de la noche lenta Reverencia al esconder todos los cielos en su gracia Prepara en la venganza un lecho en el que naceré yo. Riéndose del cielo y de los planetas Riéndose del cielo y de los planetas Empapada la boca de confianza Los sensatos Quieren hijos E hijos de sus hijos Hasta perecer de erosión El tiempo no mide sino a los locos Es el abismo lo único que florece Y qué grotescos son los sensatos. El día me sorprende y la noche me da miedo El día me sorprende y la noche me da miedo El verano me obsesiona y el invierno me persigue Un animal en la nieve posó Sus patas encima de la arena o en el barro. Sus patas desnudas más lejos que mis pasos En una pista en que la muerte Tiene las huellas de la vida. La amenaza bajo el cielo rojo La amenaza bajo el cielo rojo Llegaba desde debajo de las mandíbulas Escamas de los eslabones De una cadena escurridiza y pesada La vida se distribuía Con largueza a fin de que la muerte Tomase en serio el tributo Que se le pagaba sin escatimar La muerte era el Dios de amor Y los vencedores en un beso Se desmayaban encima de sus víctimas La canalla tiene buen corazón Y sin embargo bajo el cielo rojo Bajo los apetitos de sangre Bajo la lúgubre hambruna La caverna se cerró La tierra útil borró Las tumbas cavadas de antemano Lo niños ya no tuvieron miedo De las profundidades maternas Y la pequeñez y la demencia Y la bajeza dejaron sitio A unos hombres hermanos de hombres Que ya no luchaban contra la vida Unos hombres indestructibles. Libertad En mis cuadernos del colegio En mi pupitre y en los árboles En la arena en la nieve Escribo tu nombre En todas las páginas leídas En todas las páginas en blanco Piedra sangre papel o ceniza Escribo tu nombre En las imágenes de oro En las armas de los guerreros En la corona de los reyes Escribo tu nombre En la jungla y el desierto En los niños en las retamas En el eco de mi infancia Escribo tu nombre En las maravillas de las noches En el pan blanco de los días En las estaciones enamoradas Escribo tu nombre En mis trapos azul cielo En el estanque sol descompuesto En el lago luna viviente Escribo tu nombre En los campos en el horizonte En las alas de los pájaros En el molino de las sombras Escribo tu nombre En cada bocanada de aurora En el mar, en los barcos En las montaña demente Escribo tu nombre En la espuma de las nubes En los sudores de la tormenta En la lluvia espesa y anodina Escribo tu nombre En las formas centelleantes En las campanas de los colores En la verdad física Escribo tu nombre En las sendas despiertas En las carreteras desplegadas En los lugares que desbordan Escribo tu nombre En la lámpara que se enciende En la lámpara que se apaga En mis manos juntas Escribo tu nombre En la fruta cortada en dos Del espejo y de mi cuarto En mi cama concha vacía Escribo tu nombre  En mi perro comilón y tierno En sus orejas alzadas En su pata torpe Escribo tu nombre En el trampolín de mi puerta En los objetos familiares En el temblor del fuego bendito Escribo tu nombre En tu carne concedida En la frente de mis amigos En cada mano que se tiende Escribo tu nombre En el cristal de las sorpresas En los labios atentos Muy por encima del silencio Escribo tu nombre En mis refugios destruidos En mis faros derrumbados En las paredes de mi desconsuelo Escribo tu nombre En la ausencia sin deseo En la desnuda soledad En los peldaños de la muerte Escribo tu nombre En la salud que regresa En el riesgo desaparecido En la esperanza sin recuerdo Escribo tu nombre Y por el poder de una palabra Mi vida empieza de nuevo He nacido para conocerte Para nombrarte Libertad.

Traducción: Santiago Martín Bermúdez

Ode To Napoleon Buonaparte by George Gordon, Lord Byron

'Tis done---but yesterday a King!
     And armed with Kings to strive---
And now thou art a nameless thing:
     So abject---yet alive!
Is this the man of thousand thrones,
Who strewed our earth with hostile bones,
     And can he thus survive?
Since he, miscalled the Morning Star [Lucifer],
Nor man nor fiend hath fallen so far.

Ill-minded man! why scourge thy kind
     Who bowed so low the knee?
By gazing on thyself grown blind,
     Thou taught'st the rest to see.
With might unquestioned,---power to save,---
Thine only gift hath been the grave
     To those that worshipped thee;
Nor till thy fall could mortals guess
Ambition's less than littleness!

Thanks for that lesson---it will teach
     To after-warriors more
Than high Philosophy can preach,
     And vainly preached before.
That spell upon the minds of men
Breaks never to unite again,
     That led them to adore
Those Pagod things of sabre-sway,
With fronts of brass, and feet of clay.

The triumph, and the vanity,
    The rapture of the strife---
The earthquake-voice of Victory,
     To thee the breath of life;
The sword, the sceptre, and that sway
Which man seemed made but to obey,
     Wherewith renown was rife---
All quelled!---Dark Spirit! what must be
The madness of thy memory!

The Desolator desolate!
     The Victor overthrown!
The Arbiter of others' fate
     A Suppliant for his own!
Is it some yet imperial hope
That with such change can calmly cope?
     Or dread of death alone ?
To die a Prince---or live a slave---
Thy choice is most ignobly brave!

He who of old [Milo] would rend the oak,
     Dreamed not of the rebound;
Chained by the trunk he vainly broke---
     Alone---how looked he round?
Thou, in the sternness of thy strength,
An equal deed hast done at length,
     And darker fate hast found:
He fell, the forest prowlers' prey;
But thou must eat thy heart away!

The Roman [Sylla], when his burning heart
     Was slaked with blood of Rome,
Threw down the dagger---dared depart,
     In savage grandeur, home.---
He dared depart in utter scorn
Of men that such a yoke had borne,
     Yet left him such a doom!
His only glory was that hour
Of self-upheld abandoned power.

The Spaniard [Charles V], when the lust of sway
     Had lost its quickening spell,
Cast crowns for rosaries away,
     An empire for a cell;
A strict accountant of his beads,
A subtle disputant on creeds,
     His dotage trifled well:
Yet better had he neither known
A bigot's shrine, nor despot's throne.

But thou---from thy reluctant hand
     The thunderbolt is wrung---
Too late thou leav'st the high command
     To which thy weakness clung;
All Evil Spirit as thou art,
It is enough to grieve the heart
     To see thine own unstrung;
To think that God's fair world hath been
The footstool of a thing so mean;

And Earth hath spilt her blood for him,
     Who thus can hoard his own!
And Monarchs bowed the trembling limb,
     And thanked him for a throne!
Fair Freedom! we may hold thee dear,
When thus thy mightiest foes their fear
     In humblest guise have shown.
Oh! ne'er may tyrant leave behind
A brighter name to lure mankind!

Thine evil deeds are writ in gore,
     Nor written thus in vain---
Thy triumphs tell of fame no more,
     Or deepen every stain:
If thou hadst died as Honor dies.
Some new Napoleon might arise,
     To shame the world again---
But who would soar the solar height,
To set in such a starless night?

Weigh'd in the balance, hero dust
     Is vile as vulgar clay;
Thy scales, Mortality! are just
     To all that pass away:
But yet methought the living great
Some higher sparks should animate,
     To dazzle and dismay:
Nor deem'd Contempt could thus make mirth
Of these, the Conquerors of the earth.

And she, proud Austria's mournful flower,
     Thy still imperial bride;
How bears her breast the torturing hour?
     Still clings she to thy side ?
Must she too bend, must she too share
Thy late repentance, long despair,
     Thou throneless Homicide?
If still she loves thee, hoard that gem,---
'Tis worth thy vanished diadem!

Then haste thee to thy sullen Isle,
     And gaze upon the sea;
That element may meet thy smile---
     It ne'er was ruled by thee!
Or trace with thine all idle hand
In loitering mood upon the sand
     That Earth is now as free!
That Corinth's pedagogue hath now
Transferred his by-word to thy brow.

Thou Timour! in his captive's cage
     What thoughts will there be thine,
While brooding in thy prisoned rage?
     But one---"The world was mine!"
Unless, like he of Babylon,
All sense is with thy sceptre gone,
     Life will not long confine
That spirit poured so widely forth---
So long obeyed---so little worth!

Or, like the thief of fire [Prometheus] from heaven,
     Wilt thou withstand the shock?
And share with him, the unforgiven,
     His vulture and his rock!
Foredoomed by God---by man accurst,
And that last act, though not thy worst,
     The very Fiend's arch mock;
He in his fall preserved his pride,
And, if a mortal, had as proudly died!

There was a day---there was an hour,
     While earth was Gaul's---Gaul thine---
When that immeasurable power
     Unsated to resign
Had been an act of purer fame
Than gathers round Marengo's name
     And gilded thy decline,
Through the long twilight of all time,
Despite some passing clouds of crime.

But thou forsooth must be a King
     And don the purple vest,
As if that foolish robe could wring
     Remembrance from thy breast
Where is that faded garment? where
The gewgaws thou wert fond to wear,
     The star, the string, the crest?
Vain froward child of Empire! say,
Are all thy playthings snatched away?

Where may the wearied eye repose
     When gazing on the Great;
Where neither guilty glory glows,
     Nor despicable state?
Yes---One---the first---the last---the best---
The Cincinnatus of the West,
     Whom Envy dared not hate,
Bequeathed the name of Washington,
To make man blush there was but one!

Yes! better to have stood the storm,
     A Monarch to the last!
Although that heartless fireless form
     Had crumbled in the blast:
Than stoop to drag out Life's last years,
The nights of terror, days of tears
     For all the splendour past;
Then,---after ages would have read
Thy awful death with more than dread.

A lion in the conquering hour!
     In wild defeat a hare!
Thy mind hath vanished with thy power,
     For Danger brought despair.
The dreams of sceptres now depart,
And leave thy desolated heart
     The Capitol of care!
Dark Corsican, 'tis strange to trace
Thy long deceit and last disgrace.

Traducción

¡Todo ha terminado! Aunque ayer fuiste rey,
y armado para rivalizar con los reyes,
ahora no eres más que una cosa sin nombre;
tan perverso, ¡y aún vivo!
¿Y este era el hombre de los mil tronos,
que alfombró nuestras tierras con los huesos de sus enemigos
para poder sobrevivir él mismo?
Después de él, cínicamente llamado Estrella de la Mañana [Lucifer],
ningún hombre ni ningún demonio ha caído más bajo.
Hombre de mente perturbada,
¿por qué te ensañaste con tus semejantes
cuando ya habían inclinado ante ti la rodilla?
El que presumía de enseñar a los demás a ver
acabó ciego él mismo de tanto autocontemplarse.
El que tuvo poder absoluto, y poder para otorgar la libertad,
no ofreció más que un ataúd a sus aduladores.
Hasta tu caída los mortales no habían podido imaginar
en cuánta miseria puede convertirse la ambición.
Gracias por esta lección, que enseñará
a los luchadores de mañana
más que cualquier discurso filosófico
que en vano haya sido antes predicado.
Ojalá que al fin los hombres hayan aprendido
a no dejarse deslumbrar
por esos falsos ídolos engañosos,
de sable curvado, cabeza de bronce y pies de barro.
Los triunfos, las vanidades,
el delirio de las batallas,
la atronadora voz de las victorias,
eran para ti el aliento que necesitabas para seguir viviendo.
La espada, el cetro, y ese imperio
en el que los seres humanos no parecían sino hechos para obedecerte,
fueron los soportes de tu vanidad.
Todo lo sometiste a tu capricho. ¡Espíritu de las tinieblas,
cuál no habrá de ser la locura de tu memoria!
El devastador, devastado.
El victorioso, vencido.
El dueño del destino de los demás,
mendigo del suyo propio.
¿Quedará todavía algún delirio imperial
que aún subsista después de tal enseñanza,
después de tu muerte, despreciado por todos?
Morir como un tirano o vivir como un esclavo,
este fue tu disparatado dilema.
Se cuenta que un leñador [Milo] se vio un día
víctima de una revancha que nunca pudo haber imaginado:
estaba encadenado a uno de los árboles que en vano pretendía cortar
contemplando desolado su infortunio.
Tú, en la ceguera de tu fuerza
has encontrado igual final,
pero con un destino aún más cruel:
si él morirá víctima de las aves rapaces del bosque,
tú habrás de devorar tu propio corazón.
El Romano [Sylla], cuando su ardiente corazón
fue ahogado por la sangre de Roma,
bajó la espada y se atrevió a volver,
con entereza, hacia su patria.
Y abdicó ante el absoluto desprecio
de los hombres que habían padecido su yugo,
pero que al menos le permitieron este final.
Su única gloria fue, pues,
ese instante de aceptar abandonar el poder.
El Español [Carlos V], cuando la polvareda de la ambición
había perdido para él su engañoso encanto,
cambió su corona por el rosario,
su imperio por una pequeña habitación.
Riguroso contador de sus riquezas,
hábil discutidor sobre temas religiosos,
al menos su locura obró en su beneficio;
y fue mejor para su destino no haber conocido
ni el mausoleo de los fanáticos ni el trono de los déspotas.
Pero tú, de cuyo brazo brutal podías
hacer brotar truenos,
dejaste demasiado tarde tu poder absoluto
en manos de aquel al que habías transmitido tu miseria.
Un espíritu perverso como tú
es suficiente para conmover el corazón
contemplando tu propia ruindad.
¡Y pensar que las bellezas del mundo, creado por Dios,
han sido los escalones de que te serviste para tus popias vilezas!
¡Esta tierra ha derramado tanta sangre por un hombre
que no ha vertido ni una sola gota!
Los reyes, con las piernas temblorosas,
se inclinaban ante él para agradecerle el trono que mantenían.
¡Dulce Libertad, cuánto te amamos!
Hemos aprendido que tus poderosos enemigos
quieren mostrarnos del modo más ruin que hemos de tenerte miedo.
¡Ah! Que jamás la memoria de un tirano
sirva de ejemplo a la Humanidad.
Has escrito tus atrocidades con la sangre de tus víctimas,
pero no han sido escritas en vano.
Tus victorias hablan de una gloria que no existió.
Si hubieras muerto como mueren los héroes,
quizás algún día
hubiera surgido un nuevo Napoleón
para vergüenza de la Humanidad.
Pero ¿quién deseará alcanzar los oropeles de los triunfos
para acabar en la miseria de tus tinieblas?
Puestas en una balanza, las cenizas de los poderosos
pesan lo mismo que el polvo del camino.
Tus escalas, oh muerte, son iguales
para todos los que perecen.
Pues aunque pareciese que una fuerza especial
protege a los grandes,
para deslumbrar y atemorizar,
el desprecio puede en verdad mofarse de quienes se creen
los conquistadores de la tierra.
Y esa flor marchita de la honorable Austria,
tu aún imperial esposa,
¿cómo soporta en su corazón estas horas de congoja?
¿Aún permanece a tu lado?
¿Debe también humillarse, debe también compartir tu
arrepentimiento tardío, tu trágica desesperación,
tu homicidio sin imperio?
Si ella aún te ama, mantén ese tesoro:
es mucho más valioso que lo fuera su diadema, ya hecha pedazos.
Apresúrate ya hacia esa tétrica isla,
y dirige tu mirada hacia el mar:
ese mar aún puede verte sonreír,
pues no supo nunca de tu tiranía.
Y con tu mano indolente, con gesto cansado,
puedes escribir en la arena
que esa tierra es al fin libre.
El maestro de Corinto
te ha echado a la cara su proverbio.
Tú, Timor. En la jaula de tu cautiverio,
solo un pensamiento puede obsesionarte
mientras cavilas en tu infortunio:
«¡Yo fui el amo del mundo!».
A menos que, como el rey de Babilonia,
hayas perdido el seso
en el mismo instante que la corona.
La historia no acogerá mucho tiempo
a un fantasma tanto tiempo obedecido, tan miserable.
O es que, como el ladrón [Prometeo] que quiso robar
el fuego al cielo, ¿pretenderás resistir el eterno castigo
y compartir con él, con el jamás perdonado,
sus buitres y sus rocas?
Abandonado de Dios, maldecido por los hombres,
tu último acto –aunque no el peor–
aún provocó las carcajadas del diablo.
Porque al menos él mantuvo su soberbia en su caída y,Hubo un tiempo, hubo una hora en que la tierra
fue toda de Francia; ¡tú eras Francia!
Si entonces hubieras sido capaz
de abdicar
de ese inconmensurable poder,
te hubieras cubierto de una gloria
mayor que la que emana del nombre de Marengo,
y hubieras encontrado un ocaso de oro
en el atardecer de los tiempos,
pese a los crímenes de tu pasado.
Pero tu soberbia te obligaba a ser siempre rey,
a vestirte de púrpura hasta el último día,
como si esas ridículas vestimentas
pudiesen arrancar de tu corazón la realidad de tu conciencia.
¿Dónde están ahora esas vestiduras de mamarracho?
¿Dónde aquellos oropeles que tanto te gustaba lucir:
las estrellas, los cordones, los penachos de plumas?
¿Le han quitado ya todos sus juguetitos de emperador
a ese estúpido niño caprichoso?
¿A quién podrán nuestros cansados ojos mirar
cuando contemplemos a los poderosos de la tierra?
¿A quién, cuando se haya extinguido el sonido de las trompetas
de las victorias y ya no quede ni siquiera el desprecio?
¡Ah, sí! A ti, al único, al primero, al definitivo,
al mejor, al Cincinati del Oeste,
al que la envidia no permitió ni siquiera odiar,
al que legó su nombre a Washington...
a aquel cuya sola memoria será suficiente para que la Humanidad
se sienta avergonzada.
si hubiera sido ser mortal, hubiera muerto con orgullo.

Fuente: http://www.fbbva.es/TLFU/dat/programa_mano_schonberg.pdf

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